lunes, 21 de marzo de 2011

La palabra, la música y la vida


Tal vez los malos tiempos sean buenos para la lírica. En medio de la crisis que nos han fabricado los piratas de las finanzas, en medio del creciente pantano de impotencia ante poderes opacos, es posible al menos defender la dignidad humana con la palabra, con la música, con la vida. Plantar un precario campamento de poesía, una mínima dosis de verdad que nos proteja de la palabrería hueca con que nos bombardean los gigantescos aparatos de propaganda del poder.

Orgullosos de los humildes medios del teatro, proponemos un viaje por la poesía. Poesía en castellano que abarca desde el siglo XVII hasta el XX. El hilo conductor no se atiene a clasificación académica alguna, salta a través de épocas, países, escuelas o recursos formales, con una lógica interna que le es propia. Partiendo de una selección mucho más amplia, ha ido quedando un conjunto de poemas que, por afinidad o por contraste, han encontrado un lugar en la dramaturgia del espectáculo. Unos muy conocidos, otros menos. Todos excelentes.

La relación de la palabra con la música no es fácil. Una ya larga trayectoria de trabajo para el teatro con José Luis Romeo permite un entendimiento fluido, una complicidad fértil. La palabra, la música y la interpretación establecen una relación basada en el respeto mutuo, en la confianza, en el acatamiento de buen grado a los objetivos de la comunicación.

¿De qué se trata? Del tiempo, de la muerte, del amor, de la libertad: de la vida, en fin, cuando ocurre que se nos revela, de pronto, en un fulgor apenas, en su afán interminable de encontrar algún sentido a la existencia. Poesía. Actualísima siempre, por sustraerse justamente al tiempo impostor de los relojes y de los calendarios. Frágil, al borde siempre del silencio, fugaz, menesterosa, necesaria.

Mariano Anós

1 comentario:

  1. Con tu permiso me lo llevo al blog. Larga vida a esta bitácora!

    Un abrazo,

    Marta

    ResponderEliminar