martes, 8 de noviembre de 2011

Crítica del Espectáculo por Joaquín Melguizo.

Reproducimos a continuación, la crítica del espectáculo RETRATO realizada por Joaquín Melguizo de una de las sesiones del Teatro del Mercado y aparecida en el Heraldo de Aragón el lunes 7 de noviembre de 2011.

Crítica de teatro. Joaquín Melguizo.

La voz de la poesía

Comienza la música y las notas se alargan hasta convertirse en brazos, en extremidades que se extienden, que se abren para encontrarse con los versos y decirnos que eso de la vida iba en serio, que envejecer y morir es el único argumento de la obra. Versos que miran hacia atrás, hacia los años vividos, que rebuscan en los bolsillos desiertos, que nos hablan del amor, de la lucha, de ser libre, de himnos gigantes y extraños, de tiempos que vendrán y de tiempos que se han ido; versos de piedra, de agua y arena que caen y se convierten en un polvo que nos cubre y nos envuelve. Rimas y estrofas que son polvo mas, ya lo dijo el poeta, polvo enamorado. Versos que construyen un retrato, una biografía, que perfilan un personaje, que son un viaje por el tiempo y por algunos de los mejores poemas en lengua castellana.
Para ese viaje no se precisan muchas cosas. Solo unas pocas, pero esenciales. Como la propia poesía, que Machado definió como la palabra esencial en el tiempo. La escenografía se resuelve de forma minimalista, con estilizada sobriedad. Un par de mesas y unos cuantos objetos cargados de significado y simbolismo. Entre ellos se mueve la palabra de Mariano Anós. Limpia, clara, poderosa. Y su gesto. Cabal, preciso y certero. Con la sabiduría de un viejo alquimista maneja la una y el otro para hacerse dueño de la escena. No hay en él nada superfluo. Nada sobra y todo nos invita. A mirar, a escuchar, a sentir, a comprender. No hay trampas. No disfraza los poemas con ningún artificioso engaño emocional. Al contrario, los desnuda, nos conduce hasta su más profunda intimidad y desde allí no los declama, sino que los narra, nos los cuenta. Maneja el ritmo y el tiempo con exacta precisión. Los domina y coloca sobre ellos su épico estandarte.
"Retrato" es un hermoso espectáculo rebosante de momentos brillantes y sublimes: "La canción del pirata" de Espronceda, "Ciudad sin sueño" de Lorca, "Alta fidelidad" de Goytisolo, "Quiero...sueño" de León Felipe, "Retrospectivo existente" de Miguel Labordeta, "Arte poética" de Borges, "Otro tiempo vendrá" de Ángel González, el margifico prólogo con versos del propio Anós. O tantos otros: Neruda, Vallejo, Juan Ramón Jiménez, Machado, Alejandra Pizarnik...
A estas alturas no quedaban demasiadas dudas, pero Mariano Anós sobre las tablas es enorme, muy grande.

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