viernes, 29 de abril de 2011

HABLAR DEL TIEMPO

Hablar del tiempo: puede ser una conversación de ascensor, un tratado de filosofía, un ejercicio de nostalgia, una adivinación del porvenir... El tiempo pasa, el tiempo es lo que pasa. El teatro está hecho de tiempo, de tiempos. Los ensayos de RETRATO son ensayos sobre el tiempo. Es la materia más delicada y huidiza. Los progresos que vamos haciendo en esta recta final tienen que ver sobre todo con el manejo del tiempo. ¿Es lo mismo que eso que llamamos ritmo? El término es impreciso, pero nos sirve. Ritmos de la música, de la palabra, del silencio, de la acción. Sus costuras, su trama, su secreto a voces. Cualquier mínimo desajuste chirría, desconecta el flujo de la atención, y qué difícil es entonces recobrarlo.

En un espectáculo elaborado sobre retazos, un patchwork de textos de origen disperso, es más necesario que nunca (y siempre lo es) mimar las transiciones, darles el tiempo y la curva de enlace que requieren. Prueba y error: no hay fórmulas. El tiempo del reloj no pinta nada. Estar concentrado y disponible, eso es todo. No hablar del tiempo. Escucharlo. Nadar en el río del tiempo, con el mínimo esfuerzo, con la máxima confianza. Dejarse llevar. Después de mucho trabajo, olvidar el trabajo. Estar ahí, actuar.

Borges:

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

En fin, si de algo habla RETRATO, es del tiempo.

miércoles, 27 de abril de 2011

Sobre los autores de los poemas, Jose de Espronceda.

«La canción del pirata» es otro de los poemas que nutren “Retrato”,  poema escrito por José de Espronceda y publicado en Poesías (1840). Exalta a un pirata como ejemplo de personalidad original, que vive al margen de la sociedad despreciando las convenciones y los bienes materiales. El protagonista tiene como máximo ideal la libertad.

El pirata aparece representado como figura heroica. La libertad es su máximo ideal. Se narra la historia de un pirata, que siguiendo sus ideales de libertad, se va a la mar con su velero donde nadie le va a imponer ninguna ley y donde es libre, desafiando a la muerte.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

                                                 Foto: Saúl Esclarín

lunes, 25 de abril de 2011

UNA INFRACCIÓN

Así como el comienzo del espectáculo lo tuve claro casi desde el principio (bajo la advocación de Gil de Biedma), al final le he dado mil vueltas. Finalmente lo he resuelto infringiendo dos de las normas básicas que me había impuesto. Había deccidido no recurrir a ningún texto teatral y limitar la selección a autores y poemas que se suponen conocidos por al menos una parte más leida del público. Pues bien, venciendo la resistencia del autor, bien por falsa modestia, bien por temor a las críticas, bien por cualquier otro motivo más o menos inconfesable, he recurrido a un texto teatral de Mariano Anós: un fragmento, levemente modificado, de “Comedia de Fausto”, que venía al pelo como epílogo, con el atenuante de estar escrito en verso. Lo reproduzco aquí con la amable autorización del autor.

Nada importa quién habla.
Una boca se pone en movimiento
y articula el bostezo del lenguaje
porque alguien ha de hacerlo
para que el responderse de los ecos
responda de nosotros, por nosotros,
los muertos y los vivos,
celebrando el murmullo de la sangre
como si cada vez naciera el mundo
por saberse nombrado,
porque alguien se hace cargo.
Del laberinto abierto de la vida
nadie se adueña, a nadie pertenece
sino al propio lenguaje que nos habla.
Yo, sombra de una ausencia,
impostor de mi propio personaje,
sin miedo ni esperanza
me dirijo al vacío
como representante de una tregua,
la que el teatro ofrece
para al instante resolverse en viento.
Decidme, pues, en vuestra propia lengua.
Vosotros que veláis en la penumbra,
¿qué relato esperáis sino el que os trae?
¿Qué acción sino la misma que os sostiene?
El arte verdadero está en borrarse,
despedir a los dioses
y abrir el horizonte del silencio.

sábado, 23 de abril de 2011

RESPIRAR


Hemos culminado una nueva etapa (penúltima). El esquema ha ido perdiendo carácter esquemático. Sobre el esqueleto va creciendo carne y sangre. Vamos encontrando un delicado equilibrio entre acción e inacción, cambio y continuidad, palabra, música y silencio.

Llenar y vaciar: respirar. Que el espectador respire con nosotros. Que los objetos cumplan su presencia sin saturar significados. Que el movimiento surja de la quietud, y la quietud del movimiento. Que el espacio se estire, se recoja, se pueble y se despueble de formas y colores.

Conjurar los peligros de la redundancia, las tentaciones de ilustrar: lo que se dice ya se dice, no hay peor cosa que añadirle estampitas. No dar tampoco, por exceso de precaución, en la desconexión completa, caprichosa. Mantener un hilo, sinuoso, entre lo abierto por completo y lo por completo cerrado. No rehuir por sistema ni lo sutil ni lo directo. Cuestión de dosis, bálsamo o veneno.

(Foto de ensayo, de Saúl Esclarín)

viernes, 22 de abril de 2011

Sobre los autores de los poemas, Miguel Labordeta

Miguel  Labordeta (1921-1969), nació y murió en Zaragoza, ciudad a la que estuvo vinculada su vida y su obra poética. Su obra constituye, según algunos críticos, “uno de los logros más singulares, una de las aventuras líricas más hermosas de nuestra literatura de posguerra”, pero es poco conocida porque él siempre quiso mantenerse al margen de mundo comercial literario. Poeta de cierto tono e influencia surrealista, domina, sin embargo, en su “voz lírica” el soliloquio, la vivencia personal de la temporalidad y la reflexión sobre el ser mismo del hombre. Son sus libros: Sumido 25 (1948), Violento idílico (1949), Transeúnte central (1950), Memorándum (1959), Epilírica (1961), Punto y aparte (1967, antología), Los Soliloquios (1969). En 1972 fueron publicadas  Autopía y sus Obras Completas. Publicó también la tragicomedia Oficina de Horizonte (1960).

¿Quién no se ha preguntado, al contemplar alguna foto antigua, qué queda en nosotros  de aquel niño que éramos, que fuimos? Suele surgirnos de inmediato una reflexión, que ya plantearon los antiguos, o quizá el hombre de todos los tiempos, sobre la transformación que en nosotros ha ejercido, y ejerce, el paso del tiempo. A veces nos produce un poco de tristeza y añoranza; y hasta puede ocurrir que, desde nuestro tiempo presente, no nos reconozcamos y sintamos como extraño nuestro aspecto antiguo, nuestras antiguas ambiciones, pensamientos o sueños.

En este poema, Retrospectivo Existente, uno de los cuales compone el repertorio de Retrato, Miguel Labordeta expresa sentimientos y pensamientos  de este tipo.

Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.

Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie,
nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.

¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.

miércoles, 20 de abril de 2011

ACTUAR Y DIRIGIR

La posición de actor es frágil, poblada de inseguridades. Una de las principales responsabilidades del director de escena es hacerse cargo de gestionar la fragilidad del actor. Una tarea delicada, que muchos directores desdeñan, atentos a imponer a toda costa el brillo de sus ideas. Estar al mismo tiempo en las dos posiciones complica la vida bastante. Hasta ahora, en el proceso de organización del desarrollo de la acción, en esbozo, he llevado pasablemente el reto. A la hora de entrar en detalles, crecen los riesgos. Afortunadamente, ha podido ya incorporarse a los ensayos Javier Anós (hoy acompañado por Saúl Esclarín), que continuará aportando esa visión externa imprescindible, con el valor añadido de la confianza y de una larga colaboración teatral. Aparte de su especialización en el campo de la iluminación, nunca deja de tener una visión general del espectáculo. Ya en este primer ensayo hemos concretado algunas cosas y dado un giro a otras. Particularmente hemos probado nuevos aspectos en la relación escénica con José Luis Romeo, que estaba un tanto en el aire hasta el momento. Me siento, al menos, un poco menos inseguro.

Sobre los autores de los poemas, Juan Ramón Jimenez

Poeta español y premio Nobel de Literatura. Nació en Moguer (Huelva), y estudió en la Universidad de Sevilla. Los poemas de Rubén Darío, el miembro más destacado del modernismo en la poesía española, le conmovieron especialmente en su juventud.

En 1900 publicó sus dos primeros libros de textos: Ninfeas y Almas de violeta. Poco después se instalaría en Madrid, haciendo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde se casó con la que ya sería su compañera ejemplar de toda la vida, Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil española se vio obligado a abandonar España. Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, fueron sus sucesivos lugares de residencia. Moriría en este último país, donde recibió ya casi moribundo la noticia de la concesión del Premio Nobel.

La obra poética de Juan Ramón Jiménez es muy numerosa, con libros que a lo largo de su vida, en un afán constante de superación, fue repudiando o de los que salvaba algún poema, casi siempre retocado en sus sucesivas selecciones. Las principales son Poesías escogidas (1917), Segunda antología poética (1922), Canción (1936) y Tercera antología (1957).

Diario de un poeta recién casado (1917), escrito básicamente durante su viaje a Estados Unidos, donde conoció y se casó con Zenobia, es uno de los grandes libros de la poesía española. 

Su libro escrito en prosa poética -y al que le debe gran parte de su fama universal- es Platero y yo (1917), donde funde fantasía y realismo en las relaciones de un hombre y su asno. Es el libro español traducido a más lenguas del mundo, junto con Don Quijote de Miguel de Cervantes. 

Quizás no haya otra figura en la historia de la literatura española contemporánea que haya sufrido tantos encasillamientos empobrecedores como la de Juan Ramón Jiménez. Algunos menos justificados que otros, pero todos igualmente reveladores de una imagen simplificadora de lo que seguramente es la obra poética más compleja y contradictoria de la poesía española del xx. Junto a otros muchos motivos, parte de esa visión simplificada y empobrecida se debe quizás a un hecho insólito pero cierto. A estas alturas todavía hay una parte considerable de la obra juanramoniana que resulta desconocida para los lectores. Son bastantes los textos y proyectos de libros —sobre todo de prosa— que permanecen inéditos. Desde hace años se viene reclamando una urgente y rigurosa labor de crítica textual que ponga orden en el complejo mundo de las ediciones juanramonianas. Afortunadamente varios especialistas en su obra trabajan desde hace tiempo en esta dirección, sacando a la luz proyectos de libros que el autor dejó sin publicar a su muerte, y que una y otra vez nos sorprenden al mostrarnos a un Juan Ramón desconocido e inédito.


lunes, 18 de abril de 2011

LA PALABRA QUE SANA

Alejandra Pizarnik:

“Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.”

Un texto espléndido que finalmente quedó descartado. En este caso, declarado culpable de perder energía dicho en voz alta. Barajé una idea, también descartada: escribirlo en escena. Aquí, leído en silencio, sí puede emitir luz. Me acompañará en secreto.

sábado, 16 de abril de 2011

LO REAL, EL TEATRO

A través de este mundo virtual, ¿cómo dar cuenta de la fuerza de lo real? ¿“Con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas”, como quería Bécquer, reconociendo que “en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle”? Ese “himno gigante y extraño” de la Rima I no es otra cosa que el mundo real de las sensaciones, en el que el teatro planta su campamento. Es en un espacio y un tiempo reales donde la imaginación concreta útil para la escena acaba por desplegarse, cuando menos se espera y por las más extrañas asociaciones, resolviendo dilemas insolubles en el erial del pensamiento abstracto. En unos pocos días de ensayos, el hilo de la acción escénica se ha venido configurando. Como siempre (pero siempre es nuevo), bordeando el pánico, el fracaso, el desmayo, el vacío que acecha a cada paso incierto. Seguirán produciéndose sorpresas, incertidumbres, cambios de rumbo, pero la presión de la proximidad del estreno, amiga y enemiga a partes iguales, cumple con su tarea. Mucho trabajo aún, para terminar lo interminable.

jueves, 14 de abril de 2011

SUGERENCIAS




Las palabras sugieren objetos, los objetos sugieren acciones, las acciones sugieren emociones, las emociones sugieren palabras...

martes, 12 de abril de 2011

Sobre los autores de los poemas, Antonio Machado

Otro gran autor que compone con su poesía el repertorio de Retrato es Antonio Machado.

 Nació en Sevilla y vivió luego en Madrid, donde estudió. En 1893 publicó sus primeros escritos en prosa, mientras que sus primeros poemas aparecieron en 1901. Viajó a París en 1899, ciudad que volvió a visitar en 1902, año en el que conoció a Rubén Darío, del que será gran amigo durante toda su vida. En Madrid, por esas mismas fechas conoció a Unamuno, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez y otros destacados escritores con los que mantuvo una estrecha amistad. Fue catedrático de Francés, y se casó con Leonor Izquierdo, que morirá en 1912. En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española de la lengua. Durante los años veinte y treinta escribió teatro en compañía de su hermano, también poeta, Manuel, estrenando varias obras entre las que destacan La Lola se va a los puertos, de 1929, y La duquesa de Benamejí, de 1931. Cuando estalló la Guerra Civil española estaba en Madrid. Posteriormente se trasladó a Valencia, y Barcelona, y en enero de 1939 se exilió al pueblo francés de Colliure, donde murió en febrero. 

El poema retrato de Antonio Machado también compone el repertorio de nuestra obra que recibe el mismo nombre “Retrato”. Este poema que pertenece al poema numero XCVII del libro Campos de Castilla escrito entre los años 1907-1917. Retrata claramente las características principales de este libro que son por ejemplo la descripción, las reflexiones o la decadencia de España.

PROBANDO

Ha empezado la recta final. Gracias a Arbolé, que nos brinda la hospitalidad de su sala de ensayos. Allí vamos acabando de poner a prueba las hipótesis sobre las que hemos ido madurando el proyecto. El espacio escénico ya está planteado, y los objetos van cobrando vida. Dos mesas, instrumentos musicales, una silla, una banqueta, dos maletas, una calavera, un farolillo con vela, un espejo, un cubo, un plato, unas piedras, arena, agua, trapos... Recital, performance, concierto... Teatro, en fin. Pobre en recursos, rico en emoción.

Nos encomendamos a Sor Juana Inés de la Cruz:

Yo no estimo tesoros ni riquezas.
Y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

domingo, 10 de abril de 2011

PRECISIÓN

No acabo de comprender la selección y ordenación de poemas que, sin embargo, tengo la impresión de que no se encuentran incómodos en el conjunto. Pero, claro, desde Rimbaud sabemos que yo es otro. O Juan Ramón Jiménez: “Yo no soy yo, soy éste que va a mi lado sin yo verlo”. Uno ha hecho la selección, otro la interpreta. Y el espectador sabrá arreglárselas con el resultado. O, al menos, en eso uno u otro confían. ¿No es lo propio de la poesía el no acabar de comprender? Aquello de Borges: “la inminencia de una revelación que no acaba de producirse”. Necesitamos una construcción muy sólida para dar un soporte concreto al vuelo de la imaginación. A más deriva del sentido, más exigencia de precisión en la forma.

viernes, 8 de abril de 2011

Sobre los autores de los poemas, Jaime Gil de Biedma

Uno de los autores que componen con su poesía el repertorio de “Retrato”, es Jaime Gil de Biedma.
Nacido en Barcelona en 1929 en el seno de una familia de la alta burguesía.  Inició sus estudios de Derecho en Barcelona y los continuó en Salamanca, por cuya universidad se licenció. Su poesía, de tono elegíaco, enlaza con la de Vallejo, Antonio Machado y con el delicado erotismo de Cernuda. Aunque su obra no es muy extensa, es una de las que más influencia ha ejercido en las generaciones recientes.

Su primer libro, «Según sentencia del tiempo», se publicó en 1953, seguida de «Compañeros de viaje» en 1959, «En favor de Venus» en 1965, «Moralidades» en 1966, «Poemas póstumos» en 1968, «Las personas del verbo» en 1975 y 1982, donde recoge su poesía hasta esas fechas. Escribió agudos ensayos literarios, y después de su muerte se editó un diario suyo, «Retrato del artista». 


Todo ello le lleva a dejar prácticamente de escribir hasta el momento de su muerte. Enfermo de SIDA muere en Barcelona el 8 de Enero de 1990. Su trayectoria como poeta había terminado muchos años antes, puede ser porque la vocación literaria dejará paso a la pasión por la lectura, o puede porque como el mismo va a decir: “yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema…”


Emblema, para muchos, de la Generación del 50, hoy el buque más clásico de nuestras letras, a los 21 años de su muerte, Gil de Biedma es un clásico que acertó-en los años 60- a llevar a nuestra poesía un voz coloquial, muy trabajada y muy refinada de materia literaria, que alguien definió como una confesión junto aun vaso de whisky.

miércoles, 6 de abril de 2011

PAISAJE, STILL LIFE

¿Por qué paisaje? Por lo que evoca de extensión abierta, donde el fuera de campo de la imagen cuenta tanto o más que el encuadre visible, en el que el ojo encuentra, provisional, un incierto reposo. Y el oido también, en la voz y en la música. En el espacio de la imaginación sin límites que es un teatro, habitaremos un paisaje con figuras.

¿”Bodegón”? Fea palabra. “Naturaleza muerta” no lo arregla mucho. Mejor “still life”, que algo sugiere de calma, de suspensión, de un pequeño mundo tranquilo en el que los objetos se prestan a acoger huellas de vida. En la elección y disposición de los objetos, alguna referencia habrá al tema clásico de la “vanitas”. Desde el silencio, los objetos pactan promesas de sentido. (M.A.)